Por Juan Carlos Ortega
El estallido de la peor crisis de los últimos 70 años, el crónico deterioro de la calidad de vida o la irrupción de la pobreza a la mitad de los hogares mexicanos, son hechos que nos exigen reflexionar sobre el origen del acontecer nacional... ¿de donde venimos?... ¿será cierto que México ha sido victima del infortunio y el destino ha decretado que sea este país el más desafortunado ante la coyuntura internacional?; o bien, tal vez la reacción del gobierno federal no ha estado a la altura de los requerimientos como aseguró el hereje Joseph Stiglitz. Aun más, tal vez el colapso del modelo económico y los crecientes síntomas de descomposición social, sean un aviso de que la estrategia de desarrollo, emprendida hace un cuarto de siglo, ya esta agotada, y su condición exige una transformación desde las bases sobre la que fue construida aun antes de manifestar su esplendor.
El estallido de la peor crisis de los últimos 70 años, el crónico deterioro de la calidad de vida o la irrupción de la pobreza a la mitad de los hogares mexicanos, son hechos que nos exigen reflexionar sobre el origen del acontecer nacional... ¿de donde venimos?... ¿será cierto que México ha sido victima del infortunio y el destino ha decretado que sea este país el más desafortunado ante la coyuntura internacional?; o bien, tal vez la reacción del gobierno federal no ha estado a la altura de los requerimientos como aseguró el hereje Joseph Stiglitz. Aun más, tal vez el colapso del modelo económico y los crecientes síntomas de descomposición social, sean un aviso de que la estrategia de desarrollo, emprendida hace un cuarto de siglo, ya esta agotada, y su condición exige una transformación desde las bases sobre la que fue construida aun antes de manifestar su esplendor.
¿Existen estas bases?... Desde la incorporación de los instrumentos neoliberales y antes del inicio de la apertura comercial, el empobrecimiento de las instituciones, la ruptura de las alianzas sociales y el aletargamiento de las fuerzas productivas, eran factores que habían condicionado la viabilidad del proyecto de nación. Aun sin ser resueltos, la adhesión al GATT y la firma del TLCAN, constituyeron la presentación en sociedad del “nuevo México”, se trataba del producto de la reformas de la década de los años ochenta alineadas a los preceptos globalizadores cuyas consignas eran desregular, desestatizar y desproteger el mercado interno; al margen habían quedado tareas de suma importancia como la creación de un plan de industrialización, la articulación de las cadenas productivas, el fomento de la competitividad domestica o la modernización del entramado institucional.
Las grandes ausencias del pasado siguen siendo motivo de carestías; no obstante, antes de iniciar las grandes transformaciones que el país necesita, la clase gobernante se ha empecinado en profundizar los mecanismos del paradigma prevaleciente. México esta urgido de un cambio, se trata de verdaderas reformas estructurales que revolucionen el sistema a efecto de transitar a mejores condiciones de vida; por tanto, son transformaciones de largo plazo, consecuentes con las demandas sociales y afines a la coyuntura de la nación.
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