sábado, 12 de diciembre de 2009

NADA CAMBIA

Por Juan Carlos Ortega

En economía, la política monetaria y la política fiscal, son los instrumentos de mayor importancia con los que cuenta el Estado para hacer frente a sus responsabilidades en la materia. En México, estas funciones recaen sobre Banxico y la Secretaría de Hacienda, respectivamente. Contrario a la tendencia internacional - y al sentido común -, los objetivos de ambas entidades no persiguen el crecimiento económico ni el desarrollo social, sino la estabilidad de los macroindicadores. La estabilidad es un “medio” y el progreso un “fin”, confundir tan elementales conceptos es una actividad habitual desde el arribo de la ortodoxia purista, hace ya 25 años. Aunado a lo anterior está la obstinación de los funcionarios por negar las realidades ajenas a su marginal visión, aun al extremo de descalificar, grotescamente, la opinión de tres ortodoxos poco menos intratables: Joseph Stiglitz, Robert Engle y Paul Krugman, ganadores del Nobel de economía en 2001, 2003 y 2008. Los protagonistas de esta embestida, cuyo empeño por apegarse al discurso oficialista ha rayado en el absurdo y con ideales aun más dogmáticos que el de los precursores mismos, se han convertido ahora en los “confidentes” de Felipe Calderón.

Es en este escenario donde se ha anunciado la incorporación del Ernesto Cordero a la Secretaria de Hacienda y la llegada de Agustín Carstens al Banco de México; no obstante, sus historias más recientes no exhiben más meritos que la simpatía de Calderón para ser designados en sus nuevos cargos. El paso de Cordero por SEDESOL se caracterizó por la ausencia de estrategias de desarrollo, limitándose a la instrumentación de políticas sedativas, insuficientes para contener el avance de la pobreza. Por su parte, Carstens puso en marcha la peor política anticrisis – a decir de los especialistas – y propuso una reforma fiscal recaudatoria sin expectativas de desarrollo, condenada por la sociedad, el empresariado y la clase política.

El posicionamiento de estos personajes no genera mayores expectativas, se trata de dos políticos neoconservadores que seguirán velando, incondicionalmente, por el reforzamiento de la agenda gubernamental. Una vez más, se cambia todo para no cambiar nada.

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