miércoles, 13 de enero de 2010

Próspero año nuevo

Por Juan Carlos Ortega

Esta frase no podía ser más oportuna. Y es que el 2009 ha sido un año marcado por el desfortunio, innumerables incidentes podrían calificarlo como el más trágico en el último siglo. A la estrepitosa caída del producto habrá que sumar el crecimiento de la pobreza, el fracaso de las políticas de empleo, el encarecimiento de los satisfactores básicos, el estallido de la crueldad en la lucha contra el narcotráfico y la controversia causada por el mal manejo del ejecutivo ante la contingencia sanitaria. Aun peor, 49 infantes fallecieron como consecuencia de un incendio ocurrido en una guardería del IMSS el 5 de Junio; las explicaciones a lo ocurrido y la detención de los culpables aun es un tema pendiente.

Menos importante, pero también lamentable, fue la extensa cobertura de la gloria efímera de Juanito y la transformación del resfriado, diagnosticado por el doctor Carstens, en una severa pulmonía. Para acabar el año, los mexicanos hemos sido victimados por la “reforma” fiscal, lo que confirma que junto al turismo, las remesas y los capitales privados, han huido la capacidad y voluntad política por emprender el largo recorrido de transformaciones que el país exige para revertir el proceso de pauperización de la calidad de vida. Así mismo, en el país se registra un retroceso en materia de transparencia y derechos humanos; a partir de este año los gobernadores estatales ya no serán fiscalizados, al tiempo que se legisla en contra de la libertad de las mujeres prohibiendo el aborto.

Aún en los momentos dulces, hemos tenido que pasar insufribles acontecimientos. El pase mundialista compartió horarios televisivos con la desaparición de Luz y Fuerza del Centro y la intrascendente consecución las marcas mundiales por la rosca, el árbol de navidad y la pista de hielo, más grandes del orbe, nos costará a los capitalinos ruidosos incrementos en el cobro de servicios, impuestos y derechos.

Así las cosas, el año que termina ha sido el remate de una década totalmente perdida. Ironía de la vida o justicia poética: el debilitamiento de las finanzas públicas, causado por el deterioro del modelo económico, ha orillado al gobierno central a cerrar cancillerías a lo largo del mundo, México poco a poco desaparece del mapa; a no ser que con el inicio de una nueva década principie también el trayecto en busca del desarrollo y crecimiento económico. Las expectativas no son muchas, pero todos podemos colaborar.

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